Benavides, el Tapado

Templo del Espíritu Santo en Puebla (Calle 4 Norte y Juan de Palafox),
en cuya fachada estuvo expuesta la cabeza de "El Tapado"

«El cadalso estaba recién dispuesto cuando la muchedumbre se arremolinó junto a él. "Parece que ahí viene", "no veo nada", "sí, es él". Voces, murmullos y burlas venían de aquí y de allá. Finalmente apareció vestido de negro y sobre de una mula vieja que había platicado con la muerte más de una vez. El preso fue bajado a empujones y llevado hasta el Santo Oficio que, sin mediar palabra con el acusado, se restringió a dar la bendición. "Exurge Domine et judica causam tuam", dijo cuando el dogal tronó las cervicales y ahí, mientras el cuerpo permanecía suspenso, el sol cayó sobre la tierra.»

En mayo de 1683, el puerto de Veracruz vivió una de sus más fieras invasiones de piratas. Aproximadamente ocho mil hombres saquearon la ciudad hasta que fueron muertos por las tropas del virrey en turno. Por ese entonces, a la Nueva España también había llegado un sospechoso hombre sin credenciales que decía tener un castillo en Acapulco, además de ser marqués de San Vicente y Mariscal de campo, su nombre era Antonio de Benavides.

El Tapado, como se le apodó por las lenguas populares debido al misterio que lo envolvía, gozaba de gran prestigio en la ciudad de Puebla, a donde había llegado para gozar de la vida palaciega. Nacido en España, decía ser un visitador enviado por su tierra madre, sin embargo, durante su estadía aquí fue incapaz de demostrarlo por lo que fue preso y acusado de estar vinculado con el atraco pirata de Veracruz.

¿Qué causas llevaron realmente al Tapado a ser arrestado? Hasta ahora no hay noticias, pero se sabe que posterior a su detención fue montado en una mula y trasladado hasta una cárcel de México donde permaneció un año. Al llegar a su celda, fue visitado por el entonces virrey Tomás de la Cerda y Aragón. A pesar de que un íntimo de su escolta arrimó su oreja sobre la puerta, nada se sabe de la conversación que mantuvieron y que dejara un semblante mortuorio en el virrey cuando éste abandonó la celda del Tapado.

Antonio de Benavides fue torturado frecuentemente sin que su identidad pudiera ser revelada. Desesperado por abandonar la prisión intentó asfixiarse con unos pañuelos que ató de cada extremo, sin embargo, su celador lo mantuvo con vida.

Finalmente llegó la fecha esperada, entre la sociedad se había extendido la noticia de que el 10 de julio de 1684 iniciaría el proceso de ejecución. El Tapado estuvo encerrado en capilla durante un par de días y fue subido al patíbulo el 12 julio, donde murió ahorcado.

La imagen de Antonio de Benavidez es un enigma hasta hoy inexplicable. Una vez muerto le fueron arrancadas las manos y la cabeza para exhibirlas como una advertencia afuera del Templo del Espíritu Santo, en Puebla. Al final de sus días lo cubre una triple oscuridad. La primera es externa y está simbolizada en la capucha con la que fue cubierto por su verdugo; la segunda es interna y tiene que ver con sus ojos cerrados dentro de la asfixiante vestimenta; la tercera es tan inesperada como sorprendente: una vez que Antonio de Benavides murió un eclipse cubrió al cielo entero como si Benavides hubiese tapado al mundo con su muerte. El suceso astronómico no fue bien recibido por los habitantes, quienes inconscientes de las tres oscuridades que habían presenciado recordaron en sus pechos heridos a los presagios con que Moctezuma comprendió la caída de su imperio.

«El Tapado, forrado de escapularios, muere en la horca mientras Dios, recordando a su Cristo, oscurece al mundo».


Miguel Martínez Barradas

Comentarios

Vox populi, vox Dei

De oráculos y poetisas

XP: Lux Mundii

El huevo de Hermes